Antes que Dios te diga, "Echa la red de nuevo." Te dirá, "Rema hacia lo profundo."
A veces, una frase resuena de tal manera que sentimos que encapsula un sentimiento o una verdad que hemos estado buscando expresar. En una de mis últimas enseñanzas, una frase surgió espontáneamente, como si hubiera estado esperando el momento preciso para salir a la luz: “No te decepcione, solo la cita cambie.” Esta reflexión se convirtió en el centro de un sermón titulado "Redes", y parece haberse quedado en los corazones de aquellos que escucharon.
En mi sermón "Redes", hablé de la relación entre nuestra fe y las redes que lanzamos al agua en espera de capturar algo, un poco como los pescadores que dependen de los ritmos de las mareas y las condiciones del clima. Hay algo incierto en el acto de lanzar una red. Requiere paciencia y un tipo especial de esperanza que no es inmediata ni siempre recompensada. Sin embargo, cada vez que lanzamos la red, estamos reafirmando nuestra confianza, no en la certeza de una captura, sino en el acto mismo de ser persistentes.
La frase “No te decepcione, solo la cita cambie” nos recuerda que la vida con frecuencia nos pide que lancemos redes incluso cuando no vemos resultados. Nos desafía a confiar, no en los resultados inmediatos, sino en la fidelidad de Aquel que conoce nuestras necesidades, nuestros deseos, y nuestros anhelos más profundos. Es un acto de responsabilidad, de nuestra parte, aprender a aceptar los cambios en el tiempo y la forma en que ocurren las cosas sin perder la fe en el propósito último.
Es natural sentir frustración cuando algo que anhelamos parece no llegar. La tentación es abandonar la red, dejar de intentarlo, o incluso sentir que todo nuestro esfuerzo ha sido en vano.
Pero, ¿y si en lugar de preguntarnos por qué algo no sucedió, aprendiéramos a preguntar cómo este cambio de cita nos está moldeando? Tal vez el retraso en la promesa no se trata de un error, sino de una oportunidad para que nuestro carácter madure, para que nuestros corazones se preparen para recibir algo incluso mejor.
Un cambio en la cita no es una negación. Es una invitación a la paciencia, a una fe que no está anclada en resultados, sino en la confianza de que hay un propósito. Esto no es una excusa para la inacción o la apatía, sino una llamada a la acción con discernimiento, a tomar cada paso con la firme convicción de que lo que buscamos no se ha perdido, solo está siendo transformado.
Este mensaje también es práctico. A lo largo de los años, he aprendido a llevar una “bitácora de decepciones” – un lugar donde registro esos momentos en los que algo no sucedió como esperaba. Con el tiempo, he vuelto a leer esas notas y he visto cómo, en la mayoría de los casos, esas “decepciones” resultaron ser puertas hacia experiencias aún mejores. Esta práctica me ayuda a recordar que mi percepción de las cosas no siempre es completa y que, al final, hay un plan que se despliega, incluso en las pausas.
Otra herramienta que utilizo es redefinir mi relación con el tiempo. En lugar de esperar que las cosas ocurran en el tiempo que yo deseo, he aprendido a enfocarme en la preparación. Me pregunto: ¿Estoy realmente listo para recibir lo que estoy pidiendo? A veces, lo que vemos como un retraso es en realidad una oportunidad para fortalecernos y madurar, para aprender las lecciones necesarias que solo la espera puede ofrecer.
“No te decepcione, solo la cita cambie” es un recordatorio de que nuestra historia no termina en la decepción.
Cada vez que enfrentamos una barrera, cada vez que sentimos que algo no salió como queríamos, es un llamado a alzar la mirada y ver más allá de lo inmediato.
Es una invitación a construir una fe resistente y perseverante.
Esta frase no niega el dolor de la espera, ni la incomodidad de los planes que cambian. En cambio, nos llama a una esperanza que no se rinde, a una expectativa que se mantiene viva, incluso cuando las circunstancias parecen contradecirla. Nos invita a recordar que la promesa sigue ahí, aunque su cumplimiento se tome un tiempo diferente al que habíamos planeado.
Así que, cuando veas la frase “No te decepcione, solo la cita cambie”, recuerda que detrás de esas palabras hay una historia de confianza y paciencia. No estamos llamados a entenderlo todo, sino a confiar, a esperar, y a lanzar nuestras redes una vez más, sabiendo que, aunque no siempre veamos los resultados que esperamos, nuestro esfuerzo y nuestra fe no son en vano.